Situada en una zona en expansión de la localidad, la biblioteca se enfrenta a la indefinición urbana colindante configurándose como una edificación singular en contraste con la aparente degradación del entorno.
La línea argumental del arquitecto en la definición del proyecto se basa en la preocupación por generar un espacio vivo donde el ámbito material de los libros se mezcle con el virtual de las nuevas tecnologías.
La irregularidad geométrica de la parcela es aprovechada para configurar los diferentes espacios interiores consiguiendo plantas diáfanas, evitando el uso de tabiques divisorios. El juego de quiebros exterior es reforzado por la doble altura en sección entorno al patio y la configuración del propio patio interior. Finalmente la ubicación y disposición como elemento escultórico de las escaleras acaban por definir los diferentes espacios que la biblioteca requería.
Con este juego el arquitecto, Óscar Pedrós, busca generar un recorrido en espiral que guíe al usuario en el descubrimiento del edificio.
El toque más singular del proyecto se observa en el volumen que emerge hacia el oeste aprovechando la pendiente del graderío del aula polivalente.
También se pueden observar múltiples guiños mucho más sutiles como la continuidad en el interior del pavimento del patio remarcando en planta la doble altura o el juego de volúmenes en el exterior que permiten remarcar el acceso al tiempo que proporcionan sombra en la orientación de soleamiento más intenso.
Respecto a la disposición material, el exterior se define mediante paneles porcelánicos en tonos blancos, contrastados por la carpintería negra con vidrios ligeramente azulados
En el interior la predominante blanca se conjuga con el suelo de madera que se prolonga en el mobiliario más singular y en las escaleras.
He pasado unos días en la Costa da Morte y los he aprovechado para visitar y fotografiar algunos edificios que tenía ganas de conocer en la zona.
Mi cámara de cabecera, una Nikon 750D, ha tenido que pasar por el servicio técnico, así que he realizado las fotografías armada con una vieja Nikon D80.
Uno de los proyectos que llamaba mi atención era una pequeña cafetería enclavada en la playa de Balarés, comienzo de la ría de Corme y Laxe, donde la playa de fina arena nace de un frondoso pinar.
El edificio proyectado por los arquitectos C Quintáns, C. Crespo y A. Raya comenzó a utilizarse en 2002 y 14 años después, en las fotografías se puede observar el estado del edificio en el momento actual.
Las fotografías del reportaje no son las típicas imágenes arquitectónicas a las que estamos acostumbrados, donde los edificios a estrenar aparecen impolutos. Muestran un edificio en uso y que lo ha estado durante años, por lo que las imágenes no resultan tan idílicas como podría esperarse, pero a cambio permiten apreciar una realidad arquitectónica que muchas veces parecemos olvidar y es que el fin último de las construcciones arquitectónicas es utilitario y no meramente estético.
La cafetería se conforma en un paralelepípedo de hormigón que se abre en una de sus fachadas mediante una gran superficie acristalada hacia la transición entre el pinar y la playa.
Aquí ( tectonicablog.com )podéis ver una descripción más detallada del proyecto y fotografías del estado original.
Lo que a mí me interesa del edificio es la sencillez con la que se integra en el paisaje y cómo con la combinación de básicamente tres materiales, hormigón, vidrio y madera se da respuesta a la materialización de la obra con una cuidada respuesta al detalle constructivo, que aún se puede percibir pese a los cambios que ha ido sufriendo con el paso del tiempo (como la integración del patio dentro del núcleo principal de la cafetería) y la falta de mantenimiento que sobre todo se hace notar en la madera y el hormigón de los cerramientos exteriores.
